La Food Blogger - Parte 2
Este año celebro el quinto aniversario de mi blog en Instagram. Lo que comenzó como The Daily Fork, un espacio dedicado únicamente a fotografías estéticas de comida, hoy lleva mi nombre y se ha transformado en un espacio lleno de videos cortos con sonidos ASMR. Con el tiempo, he buscado compartir un poco más de mi día a día sin abrumarlos con demasiado contenido, tratando de encontrar un equilibrio entre la creatividad y la constancia.
En estos cinco años he aprendido muchas cosas, pero una de las lecciones más grandes es que el éxito en redes sociales es completamente impredecible. A veces, las recetas en las que más trabajas, aquellas en las que pones todo tu esfuerzo y que estás segura de que serán un hit, terminan pasando desapercibidas. En cambio, esas que grabaste en 10 minutos, sin mucha planeación y porque tenías prisa, son las que terminan viralizándose. La gente busca rapidez y practicidad, y las recetas demasiado elaboradas o con muchos ingredientes rara vez se vuelven sus favoritas.
También he tenido mis tropiezos colaborando con marcas. Algunas que me emocionaban mucho resultaron ser una decepción. Hubo una en particular con la que trabajé, creé el video que me pidieron, entregué todo en tiempo y forma… y jamás me pagaron. Dejaron de responderme y hasta la fecha me deben dinero. Desde esa experiencia, aprendí a pedir un anticipo antes de empezar cualquier proyecto.
En general, las colaboraciones funcionan así: las marcas te envían sus productos y te pagan por desarrollar recetas, grabar y editar videos. A veces me cuesta llamarlo “trabajo”, porque lo disfruto demasiado y no se siente como una obligación. Pero precisamente por eso es importante tratarlo como tal. La disciplina es lo que marca la diferencia entre crear contenido por hobby y realmente hacer crecer una comunidad y trabajar con marcas que valoran tu esfuerzo.
Por suerte, también me he encontrado con marcas increíbles. Empresas que no solo tienen productos que me encantan, sino que además son leales, profesionales y buscan construir relaciones a largo plazo con los creadores de contenido.
Pero, sin duda, la mejor parte de todo esto es cuando alguien me escribe para contarme que preparó una de mis recetas y le encantó. Eso es lo que realmente me motiva. Más allá de los likes o el número de seguidores, lo que más valoro es tener una audiencia fiel, personas que regresan a mi contenido porque disfrutan lo que comparto. Y si en estos cinco años he logrado eso, entonces todo ha valido la pena.
Algo que disfruto mucho es responder todas sus preguntas y mensajes. A veces piensan que no contesto, pero siempre trato de responder todo. Así que, si tienen cualquier duda, no duden en escribirme.